No puedo dejar de pensarlo. Es inevitable. No sé si es porque me encanta ser masoquista o porque realmente no puedo.
A veces me pillo mirando por la ventana, casi memorizando el discurso que daría ese día que nunca llegará. Cosas que nunca me atreví a decir, quizá porque la oportunidad no se dio como lo soñé o porque soy más cobarde de lo que pienso.
Esta es la peor víspera en años. Quiero llorar todo el día y que nadie me pregunte porqué tengo esa cara, porqué ya no me río de las tonteras de siempre o porqué hablo menos que de costumbre.
Leer novelas me hace peor. Imaginar que la protagonista soy yo y ver que, en realidad, mi vida la apagaron hace bastante tiempo... un tiempo pegajoso que me ha hecho sentir como otra persona, una niña que no quiero ser, que no soy.
Me dan ganas de hablarte, que conversemos de las mismas cosas triviales que nos mantenían despiertos hasta las 4 de la mañana un día de semana, que me des ánimo para todo lo que se me viene, porque eres uno de los pocos que cree (o creía) en mí, dejando de lado los sueños que tanto te empecinaste en construirme, sólo hablar.
Pero no puedo, no puedo...
fuerza, linda. para estas cosas de verdad, se necesita tiempo, quizás más de lo que pensabas, pero ten paciencia. la vida siempre sorprende :)
ResponderEliminartú puedes tooodo, abrazo apretadísimo!